Me costó decidirme a ir por razones familiares de dependencia en salud. Pero necesitaba desconectar y aunque no sabía si era lo que necesitaba no lo dudé y fui de las primeras que se apuntaron.
La acogida en Santiago por Marisa Vidal fue como un abrazo a la debilidad, que yo arrastraba todo un pórtico de sororidad junto a Egeria que no podré olvidar nunca.
Cuando llegamos a la casa de Santa María del Mar en Sanxenxo de Pontevedra, yo estaba extenuada, lo que me impedía percibir la agradable acogida de la bella naturaleza del lugar y de las compañeras con las que iba a compartir del 1 al 8 de agosto, esta inédita experiencia para mí. Hoy por difícil que parezca, va volviendo a mí ser los sentidos que he tenido adormecidos por tan excesivo cansancio.
Me vuelve el aliento corporal de las emociones aletargadas, es como sí lo vivido fuera cobrando fuerza en mí interior devolviéndome la energía y una nueva consciencia de cuanto ha sucedido en mi cuerpo y es que el descanso ha sido posible, el silencio también y de los contenidos extraigo las voces que han acariciado mi pensar y mi sentir, como si hubieran hecho una limpieza de fondo. Os voy rememorando a todas… las risas, las bellísimas complicidades, los gestos de ternura…Nada de lo experimentado en
La Yadá es explicable, porque es pura experiencia compartida del respeto, del amor, de la sostenibilidad, de la sororidad, aunque ninguna conozca los dolores, sufrimientos y cansancios de cada cual, es el sentir la unidad y la sostenibilidad de cuanto acontece, es la contemplación desde la comprensión amorosa de los pasos de cada una en llegar a esa invitación ¡¡Venid a mí a un lugar tranquilo… y descansad!!
Gracias Yaderas del alma.
Mercedes Lòpez
