sábado, 13 de agosto de 2022

YADA 2022: tiempo de mirar, escuchar y festejar.

 

EXPERIENCIA YADA 2022

Manoli Soria 

Mi entusiasmo y la riqueza del encuentro estaban garantizados por que nada más llegar me encuentro con dieciocho alegres mujeres. Intuí que estaban abiertas a lo que iba a acontecer, en el Pazo Pias. Y así fue.

Llego la noche y con ella, risas, miradas cariñosas, abrazos apretados de la emoción del encuentro con gente conocida y muy querida. Yo pensé, “esto pinta muy bien”.

Mi maleta estaba cargada de cansancio, bastantes decepciones respecto a mi trabajo, aturdida y desorientada, pero a la vez traía también una gran esponja para chupar todo lo bueno que en el Yada me ofrecieran y disposición para compartir lo que fuera conociendo por experiencia.

La invitación de perforar la realidad se choca conmigo. Yo pensé: Dios tu con tus susurros, vas creando inquietudes luminosas y lo haces con mucha ternura. De la perforación salió algo más valioso que el petróleo, salió que al amor había que vestirlo de relación y libertad. Un trabajo personal, esto de vestir al amor, porque dotes de modista tengo pocos, en fin todo un aprendizaje.

La danza es algo muy importante en el Yada y danzar, danzamos mucho a nivel comunitario. La propia realidad también se va perforando y te muestra que en la danza de la vida Dios te va cambiando las melodías y hay que seguir aprendiendo coreografías nuevas y sostener incertidumbres. Conocer por experiencia también mi propia vulnerabilidad, fue un día fuerte y a la vez gozoso. Descubrí que la vulnerabilidad te lanza a la búsqueda de FUENTES de aguas reparadoras. Y sí, si, me encontré con una FUENTE QUE me acogió y abrazó me pequeñez y a partir de este momento la fortaleza se hizo cuerpo resucitado. Y lo más gozoso es que seguiremos siendo cuerpos resucitados cada vez que nos pongamos en camino, buscando fuentes de oportunidades generadoras de vida, para nosotras y para otras mujeres. En el Yada he descubierto que creer en la resurrección es “pringar nuestra vida” en resurrecciones concretas y cotidianas.

Al Yada vinieron a visitarnos algunas mujeres que nos sorprendieron y nos abrieron los ojos, los oídos y creo que nos dejaron muy inquietas.

Son visitas muy rompedoras, porque rompen cegueras, sorderas, devuelven la palabra y hasta nos invitan a bajar nuestra espiritualidad al suelo y embarrarla. Sus visitas son una invitación a estar atentas a los gritos históricos. Visitas que nos lanzan a la libertad. Son visitas generadoras de alas para las “Yaderas”.

Quiero terminar resumiendo mi experiencia personal en algo pequeñito. Me resultar difícil resumir 5 días de mucha riqueza.



Tiempo de descarga cargas pesadas

y cargar sueños compartidos.

Tiempo de mirarnos y de mirar,

y de dejar que fluya la vulneverabilidad,

acompañada y abrazada.

Tiempo de abrir los ojos, oídos,

de conocer por experiencia

y de acuerpar con otras

lo experimentado y las luces nuevas.

Tiempo de descubrimiento de FUENTES

con diversidad de nombres: Dios, Misterio, Creación..

Tiempo de encuentro con la FE,

que no es creer en lo que no se ve,

sino una danza apasionante y nada monótona,

porque Dios te va cambiando la música y con ella los pasos.

La danza de la Fe es un aprendizaje perpetuo,

así como el de la libertad.

Tiempo de risas, fiesta, besos, abrazos, Chistes,

tertulias hondas compartiendo historias personales

que cuando se verbalizan,

se convierten en historias de salvación

al más puro estilo del Dios liberador.

























lunes, 1 de agosto de 2022

Yada 20022: Alumbrar lo inédito


 Con este tema pusimos fin al círculo de espiritualidad " Yada" 2022. Un experiencia sororal profunda  que nos ha conectado con la fuentes de la Vida para entregarla en abundancia...

Gracias a todas por tan rica experiencia.

CARTA ABIERTA DE CARMINA NAVIA A FRANCISCO I, PAPA


Hermano Francisco:

No creo que nunca esta carta llegue a sus manos ni sea leída por usted, ni mucho menos contestada. Me sale sin embargo desde muy adentro escribirla y mandarla a recorrer el mundo

Quiero decirle que lo admiro mucho. Usted es un líder espiritual de una gran sabiduría y fortaleza. Creo que su intención de tener una vida coherente desde la sencillez y la cercanía a la gente corriente es particularmente valiosa y nos habla de una iglesia más cercana al espíritu de Jesús de Nazaret. Le escribo principalmente con motivo de su viaje a Canadá, un viaje que usted ha definido como de penitencia y petición de perdón a los pueblos indígenas por lo que padecieron en manos de sectores eclesiales. Es un viaje valiente, especialmente en sus condiciones de salud, y esa petición de perdón demuestra una sintonía muy especial y necesaria con los marginados y maltratados de la historia. No es la primera vez que usted pide perdón y hace gestos de acercarse a los otros, a los distintos, a los y las que transitan por rutas diferentes, a los desposeídos y sufrientes.

En sus actitudes motivo mis palabras. La verdad, le confieso que no espero demasiado de la iglesia. Es tan fuerte el desvío que ha tenido de los anuncios y llamados evangélicos que no creo sea posible un regreso a los rumbos de Jesús. Sin embargo, muchos de sus gestos y sus palabras, me devuelven una muy débil luz de la esperanza…

Y ahora, mi motivo central:

¿No cree que la Iglesia, en su cabeza o en la de otra persona, tendría que pedir perdón a la mujer, a las mujeres en general? Hay tantos motivos, a lo largo de la historia, para ello: El silenciamiento a que ha sido y es sometida, la falta absoluta de reconocimiento. El intentar robar la memoria histórica de una potencia como la de María de Magdala. La condena del cuerpo femenino como un camino hacia el pecado. La persecución a las brujas y sus asesinatos. La marginación y condena a unas mujeres tan extraordinarias y visionarias como las Beguinas, el pasar sobre ellas en silencio en todas las historias de la iglesia y memorias de cristianismo. Una lectura bíblica que las ha identificado con el mal, con la “carne” y sus connotaciones negativas, con el pecado. El no haberle dado jamás un lugar adecuado en la estructura eclesial y el negarle la igualdad plena de derechos y oportunidades en este ya avanzado siglo XXI.

Podría seguir enumerando situaciones, pero en esta carta no se trata de eso. Tan sólo quiero apelar a su sensibilidad tan fina en algunos aspectos y problemas, para que ella se ubique frente a las mujeres creyentes y las anime a vivir nuevas épocas, nuevos amaneceres, nuevas acogidas.

Confío en usted, Papa Francisco. Sé que ha intentado reparar el gran error eclesial cometido con las mujeres, al perderse de su aporte y riqueza… pero se trata hasta ahora de intentos tímidos que no se concretan en los puntos nodales. Varias veces usted ha hecho promesas, ha creado comisiones de estudio, ha ofrecido cambios reales creando en muchas una gran ilusión… sin embargo a la hora de concretar, todo se ha diluído. Tal vez usted no pueda cambiar mucho las cosas… tal vez está cautivo de los poderes invisibles… Pero pedir perdón SÍ puede. Está en sus manos. Las mujeres que amamos al Maestro de Galilea, esperamos esa petición que puede abrirnos a un futuro en abrazos sororos.

Pido a la Divina Sabiduría lo bendiga y proteja.

Sororalmente,

Carmiña Navia Velasco

Cali, Julio de 2022 - Desde el Círculo Espiritual María de Magdala.