LA OPORTUNIDAD DE ESTE ADVIENTO PARA NUESTRA CONVERSIÒN ECOLÒGICA
Iniciamos este Adviento con la provocación de una Palabra de Dios que nos urge a la confianza y a la responsabilidad. La confianza en que el sentido, el origen y el fin de la vida y de toda la creación es el amor gratuito de un Dios con corazón de Buen Padre y manos alfareras. Un Dios artesano y todo cuidadoso que nos invita a sumarnos con Él en la obra del amor y la justicia y a restaurar el orden roto por la violencia y el expolio al que está sometida nuestra casa común, la Madre Tierra.
El profeta Isaías nos recuerda que Dios sale al encuentro de quienes practican la justicia. Hoy, desde el grito de la vida amenaza del planeta, sentimos que la ecojusticia es una llamada apremiante, ante la que como cristianos y cristianas no podemos permanecer indiferentes, porque formamos parte de la naturaleza y el clamor de los pobres y el clamor de la tierra ante la deforestación de nuestros bosques, o el desigual e injusto acceso al agua en el mundo, son un mismo clamor. Por ello este Adviento puede ser una buena oportunidad para descubrir y practicar la dimensión ecológica que conlleva también nuestra fe, porque el gemido de la hermana tierra que se une al gemido de los más abandonados nos están reclamando un cabio de rumbo ( LS 53)
Pablo, en la carta a los Corintios nos hace caer en la cuenta de la riqueza del Evangelio, de la Buena Noticia y Gracia que es en nuestra vida como fuente de libertad, sencillez, esperanza, utopía, pero también de responsabilidad. Una responsabilidad que no vivimos en solitario, sino acompañados por la fidelidad de Dios que en Jesús se nos revela como el que permanece hasta el fin, hasta el extremo en todas nuestras luchas y anhelos por hacer de la tierra una casa común donde nadie quede excluido de sus bienes y la vida sea sostenible para las generaciones venideras
El Evangelio no habla directamente de la ecología pero la actitud contemplativa y agradecida de Jesús con la naturaleza así como su atención al cuidado de la vida sobre todo donde aparece más amenazada y rota remiten a esta dimensión ecológica. Por eso el Evangelio es la Buena Noticia del cuidado. El cuidado es la esencia de lo humano y un valor universal a recuperar por toda la humanidad, porque como nos dice el papa Francisco:” el descuido en el empeño de cultivar y mantener una elación adecuada con el vecino, hacia el cual tengo el deber del cuidado y de la custodia destruye mi relación interior conmigo mismo, con los demás, con Dios y con la tierra. Cundo todas estas relaciones son descuidadas, cuando la justicia ya no habita en la tierra, la Biblia nos dice que la vida está en peligro” (LS 69)
El Adviento es tiempo de atención y de cuidado. El alumbramiento de una nueva humanidad, de un mundo más sostenible y justo pide vigilancia y cuidado en nuestra relación con la naturaleza, en nuestras prácticas y estilo de vida y consumo, porque todo está relacionado. La compra de tierras en Mozambique, que deja en la miseria a miles de personas o les obliga a venir a Europa arriesgando su vida tiene que ver con la marca de café que consumimos o la franquicia donde quedamos a charlar con unos amigos; o donde compramos la ropa, por barata que nos salga, con la explotación de la mano de obra infantil y femenina en Bangladesh; o la celebración de cumpleaños en Burger King con la deforestación de la Amazonía.
Velad, Vigilad, nos recuerda el Evangelio de este primer domingo de Adviento hoy, estad atentas y atentos por donde la casa común estás cada vez más expoliada y quienes sufren más las consecuencias de este abuso. Estad atentas y atentos a los grupos, personas, iniciativas, que están empeñadas en su cuidado y que nos muestran otras formas de vivir y consumir para que la vida sea sostenible y abundante para todos. Estad atentos y atentas porque Dios quiere de este modo alumbrar una nueva creación y necesita para ello que le echemos una mano.