El pasado fin de semana 23 y 24 de marzo, nos juntamos en Madrid un grupo de 13 mujeres de distintos lugares de España, laicas y religiosas. Seguimos en nuestra andadura sobre la relectura de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio desde las claves teológicas, feministas y de realidad.
Tras la propuesta del Principio y Fundamento de los Ejercicios hay un paradigma teológico premoderno que hay que observar con esa sospecha de ver que es lo que esconde.
Dios nos crea por amor. La creación ya es salvación desde el principio: creados por amor y salvados. La realización plena pasa por los altibajos de la vulnerabilidad humana. Somos cómplices en esta creación y con ella para impulsar lo mejor de la vida. Dios está dentro de la humanidad, no fuera interviniendo. En Jesús la acogida divina fue singular, transparentó la vida de Dios al que llamó Abba. Lo divino que está en cada una de nosotras es lo mismo que Jesús. Tenemos la misma semilla interior, lo reconocemos, en un sentido mayéutico.
Jesús es un genuino fenómeno del Espíritu concebido, inspirado, enviado, protegido, guiado y resucitado de entre los muertos por su poder. El misterio de Jesús resuena por dentro en el misterio de mi propio interior. El mismo Dios está en Jesús. Es verdaderamente humano (va más allá de lo masculino) y verdaderamente Dios que sabemos que estamos hechos a su imagen y semejanza, mujer y hombre los creó.
Hay personas en este mundo carentes de un PARA pues les falta la libertad. Y esto sucede en una sociedad poco pensante, con miras cortas y seguridades a corto plazo. Necesitamos hacernos cargo de la realidad sufriente sin un PARA y que son consumidos consciente o inconscientemente. Necesitamos construir un estado de conciencia.
Buscar la plenitud del ser humano interrelacionado en complicidad con lo que le rodea para llegar a esa plenitud y esto tiene camino de vuelta. La actitud de fondo es el discernimiento: en conciencia lo que es lo mejor en el hacer histórico, lo que más conduce, y siempre con la sospecha de que, en ocasiones, “lo más” lleva a lo perfecto, y esto está vinculado al patriarcado, al dualismo y a una situación de la mujer en todo ello.
Necesitamos deconstruir la cristología desde arriba. Se cuela la fantasía y se queda grabada dentro. Ser encarnación de Cristo para otros tiene unas consecuencias prácticas para las mujeres. La masculinidad de Jesús se convierte en algo ontológico y se nos cierra la puerta a las mujeres, a esas consecuencias prácticas que incluyen ministerios dentro de la Iglesia.
Criatura amada, cocreadora que busca conectarse con la Fuente. Y ver cómo ha hecho ese camino Jesús, cómo lo ha recorrido y hacia dónde le lleva. Aquí no hay un Dios intervencionista sino desde abajo y desde dentro. Jesús nos hace de mayéutica para ir haciendo nuestro propio camino. Vamos ahondando más y puedes pasar por el mismo lugar con más hondura. Un itinerario vital transido donde se sana la imagen de Dios de mano de Jesús. Desde su propio dinamismo interior hacer mi camino, ser cocreadora. La mistagogía que encierran los Ejercicios Espirituales es un camino interno para mostrar el Misterio. Vincularnos a la fuente de la vida.
Y seguimos nuestro camino de reflexión y de búsqueda con la alegría del encuentro y el deseo de verdad, de ir haciendo verdad para ayudar a otras. Hasta la próxima.
Belén Breznes