miércoles, 17 de septiembre de 2025

Experiencias "Yadá 2025"

 Compartimos con vosotras la experiencia de dos de las participantes en la edición del "Yadá" de este año, con el lema "Alentar la esperanza".

"En abril, nuestro grupo de mujeres recibió la invitación a participar en el  “Círculo Yadá”, una experiencia organizada por la Red Miriam de Espiritualidad Ignaciana Femenina.

Desde el primer momento, la propuesta y su metodología despertaron en mí un profundo interés. La sentí como una oportunidad para detenerme en medio del camino, tantas veces transitado de forma intuitiva, siguiendo impulsos que nos conducen hacia nuevos horizontes, compromisos y compañeras de viaje. Era, y es, una invitación a abrir un espacio para discernir con calma, para adentrarme en ese interior habitado que, tarde o temprano, nos mira con paciencia y nos orienta con suavidad hacia aquello y hacia quienes, desde nuestra libertad, descubrimos como el lugar y la compañía donde realmente estamos llamadas a vivir, sentir y ser.

En este espacio fuimos entrando en la memoria viva de mujeres que caminaron junto a Jesús y de tantas otras que, a lo largo de la historia, han sido luz y bien en su seguimiento a Dios. Para mí fue un tiempo de hondura y de encuentro, acompañada de mujeres decididas a compartir su experiencia, a sostener, a acompañar y a celebrar la vida. Nos sentimos cercanas en la oración, en las causas, en las luchas; entretejidas como hilos de un mismo tapiz, creando red, creando Yadá.

Ha sido un tiempo de conocimiento, de cuidado y de compañía para seguir caminando en el proceso; un lugar donde puedo mirar mi fragilidad, y, sintiéndome amada, aprender también a amar.

“Que el Espíritu que nos reunió en Yadá continúe sosteniendo nuestros pasos y cuidando nuestras fragilidades y “Que cada encuentro, cada gesto, sigan siendo lugar sagrado donde descubrimos juntas el rostro de Dios.”" (Lourdes)

"Alguien dijo que hoy es un regalo y por eso se llama presente. Así he vivido yo esta experiencia y de esta forma quiero agradecerla.

Con cinco acciones que han estado presentes y me han ayudado a crecer:

SANAR. “Las hojas no se caen, se sueltan” y soltar sabiendo que las hojas sueltas forman un manto que vuelve a dar vida y de él brotará algo nuevo. Curar las propias heridas, aprender a ser bálsamo para las heridas de las otras, mediadoras y cauces de sanación, constructoras de nuevas Vidas.

ACUERPAR. Mi cuerpo es hueco para otras y otras tienen un hueco para mí. Pasar por el cuerpo lo vivido, conectar con la naturaleza, aprender y observar como nuestro cuerpo habla. Disfrutar de una mirada, de una “presencia” y una ternura que invade todo nuestro ser.

ESPERANZAR. Animar, alentar, empujar, crear lugares, “espacios seguros” donde se pueda vivir en paz, se pueda ser feliz, se pueda vivir con dignidad. Nada ni nadie podrá quitarnos la esperanza.

Porque hay razones para la esperanza, sendas de fraternidad y justicia. Hay que convertirse al diálogo evangélico, que no impone sino que propone, que invita a compartir el agua de la Vida y alienta a la mesa común. Lo que importa no es a quien das de comer sino con quien comes.

CELEBRAR la Vida acompañando procesos de cuidado, encuentros, eucaristías subversivas donde todo sea igualdad. Celebrar el amor incondicional, el perdón como proceso y la alegría de un abrazo.

PERMANECER. Ser fiel, estar. En medio de los acontecimientos más difíciles de nuestra historia y de nuestro mundo surge la Vida, se abre paso la ternura.

Gracias por esta oportunidad única, por el cuidado, el respeto y la alegría.

Gracias por la PRESENCIA serena y consciente.

Esta Yada 2025 nos vincula y anima. Ha sido presencia de Dios padre/madre todo amoroso." (Carmen)