viernes, 13 de abril de 2018

María Magdalena, una película para contemplar y saborear




La imagen con la que comienza y finaliza la película, por simbólica, coloca al espectador/a en un lugar desde donde es posible contemplar la historia narrada fuera de todo juicio o comparación, conectando intelecto y emoción. 

Sumergirse en esta secuencia y dejarse fluir con ella ayuda a ir re- conociendo y empatizando con esta mujer. 

Se nos la presenta como maestra espiritual, cuidadora de la vida, sanadora, atenta a la realidad. Con un don para la escucha y el acompañamiento en la debilidad y el sufrimiento. 

María Magdalena, a la que el sistema patriarcal trata como endemoniada por no seguir los mandatos de género al negarse a un matrimonio concertado por sus padres y hermanos , es la que por tanto tiempo ese mismo sistema tuvo invisibilizada en su papel de discípula y testigo de la Resurrección, tratada de prostituta por la Iglesia y por la cultura popular; no de forma inocente, como ocurre con tantas mujeres lideresas en la historia de la humanidad. 

Ella es capaz de trasgredir el orden establecido y seguir a Jesús en el anuncio de otro orden social. Es capaz de captar el mensaje “ el Reino de Dios es como un grano de mostaza plantada por una mujer”, mantener la esperanza y vencer los miedos para salir de sí misma e ir hacia los demás. 

Se nos la presenta como una apóstol activa, a la que Jesús le reconoce autoridad en una relación de convalidación mutua. La vida y los vínculos están en el centro del relato: la complicidad con María, con las demás mujeres. Es entrañable como ayuda a visibilizar la parte más humana de Judas, otro gran desconocido y como es capaz de confrontar a Pedro. 

Todos estos matices de su personalidad, su fidelidad en el seguimiento y anuncio del Reino se captan sobre todo en los lenguajes no verbales: las miradas, los gestos, el lenguaje corporal. 

Es una película de gran belleza, armonía a la vez que sobriedad en sus imágenes, que cuenta en un ritmo pausado la historia verdadera de María de Magdala, “la apóstol de los apóstoles”. 

                                                      Marisa Rodriguez Pereiro