La Revuelta de mujeres en la Iglesia consideramos que el documento presentado recientemente por el Defensor del Pueblo “Informe sobre los abusos sexuales en el ámbito de la Iglesia católica y el papel de los poderes públicos. Una respuesta necesaria”, ofrece una valiosa oportunidad a toda la Iglesia como Pueblo de Dios, no solo a la jerarquía, para hacernos cargo de esta lacra. Nos comprometemos a estudiar el informe, a reflexionar y dialogar sobre él en nuestros contextos eclesiales y sociales porque los abusos nos incumben a todas y todos en la Iglesia y en la sociedad.
El abuso sexual infantil es un problema prevalente en la sociedad española donde un 11,7% (17% de las mujeres y 6% de los varones) manifiesta haberlo padecido, pero es también un serio problema en el ámbito religioso donde un 1.13% lo ha sufrido a manos de clérigos, religiosos o laicos. A diferencia de lo que ocurre a nivel social, en el ámbito eclesial son mayoritariamente los niños varones las víctimas principales, especialmente durante los años 50, 60 y 70 del siglo pasado.
El informe incluye este estudio cuantitativo que pone en evidencia la magnitud del problema, pero es su aproximación cualitativa la que nos parece de mayor interés ya que recoge los testimonios de más de 400 víctimas que ponen palabras al demoledor impacto de los abusos sexuales en sus vidas, en sus relaciones, en la salud mental y sexual, en los aspectos educativos y profesionales, hasta el muy doloroso daño espiritual tan específico de los abusos en la Iglesia. Los testimonios muestran los factores de riesgo y las dinámicas propias de estos abusos, nos permiten comprenderlos mejor y nos adentran de lleno en el sufrimiento de las víctimas.
Lamentablemente, la falta de respuesta por parte de la institución eclesial, el ocultamiento y la negación que ha prevalecido durante años, ha llevado a las personas abusadas a una dolorosa victimización secundaria o revictimación, con el consiguiente daño a lo largo de toda su vida. Han sufrido una terrible traición de la confianza institucional y espiritual. Deberíamos preguntarnos seriamente como Iglesia qué es lo que ha sucedido para que los abusadores hayan encontrado cobijo y escucha mientras que las víctimas solo han encontrado silencio y rechazo.
Las víctimas claman ser reconocidas, necesitan una petición pública de perdón y ser reparadas íntegramente, también económicamente. Nos parece que un organismo temporal evaluador y un fondo estatal, como propone el informe, en el que la Iglesia entera colaboremos consciente y ampliamente, es una garantía para que esta se lleve a cabo. También la Iglesia entera hemos de arrodillarnos delante de las víctimas.
Creemos que el tránsito desde la negación y el encubrimiento hasta la responsabilización está siendo demasiado lento, resulta insoportable ya para las víctimas, escandaliza a todo el Pueblo de Dios y produce una sangría de fieles y una tremenda desafección por parte de toda la sociedad.
Nos piden también las víctimas un compromiso firme para la no repetición de los abusos. Desde la Revuelta, desde la Iglesia, nos comprometemos a trabajar en la prevención elaborando mapas de riesgo en nuestras instituciones a partir de un mapa de daños, esto es, a partir de la atención a las víctimas reales. Del mismo modo, queremos implicarnos en la construcción de entornos seguros trabajando en la consolidación de relaciones horizontales y simétricas en los ámbitos comunitarios y pastorales con el objetivo de erradicar el clericalismo y acabar con la infantilización y falta de formación de las laicas y laicos. Solo podremos avanzar si trabajamos juntos.
Igualmente es importante no cegarnos en un abordaje que se centre en las “manzanas podridas”, es necesario un cambio de cultura institucional, una mirada sistémica, que incluya la participación de las mujeres en la toma de decisiones, así como una nueva comprensión de la moral sexual y una educación afectivo sexual no represora en los seminarios y casas de formación.
También queremos poner el foco en las víctimas adultas, las mujeres abusad
as, mayoría entre las víctimas actuales y que aún permanecen ocultas porque, como señala también el informe, se les ha dicho demasiadas veces que eran relaciones consentidas entre personas mayores de edad, sin comprender que la profunda asimetría de una relación de acompañamiento espiritual invalida el consentimiento. Es por tanto necesario resignificar el concepto de “adulto vulnerable” para comprender y erradicar los abusos de todo tipo.
as, mayoría entre las víctimas actuales y que aún permanecen ocultas porque, como señala también el informe, se les ha dicho demasiadas veces que eran relaciones consentidas entre personas mayores de edad, sin comprender que la profunda asimetría de una relación de acompañamiento espiritual invalida el consentimiento. Es por tanto necesario resignificar el concepto de “adulto vulnerable” para comprender y erradicar los abusos de todo tipo.
El Informe abre un camino y tiende una mano. Muchas gracias al Defensor del Pueblo, a la comisión asesora, a las asociaciones de víctimas y a todas las personas que han participado en su elaboración.