Salir a las calles para invitar al banquete de la vida (Mt 22, 1-14)
En el Evangelio los banquetes y las comidas en común son una referencia habitual. Son signo de confraternización, pero también de escándalo, por el tipo de gente con quienes come Jesús y lo que acontece en ellas. Jesús en esta parábola identifica el reino con un banquete de bodas en donde el anfitrión ha preparado todo con mucho esmero y sin embargo, los invitados desprecian porque están demasiado ocupados y ensimismados en sus propios asuntos. La dureza y la violencia de su corazón les hace indignos y es por eso que el anfitrión, insistente en la oferta de la fiesta, encarga a sus siervos que salgan a los caminos e inviten a quienes se encuentren por los caminos. La única condición es el traje de fiesta, es decir, cuidar las actitudes del corazón: el agradecimiento y la alegría ante tal invitación.