Señor, enséñanos a orar (Lc 11, 1-4)
Como los discípulos también hoy nosotros y nosotras tenemos necesidad de relacionarnos con Dios al modo de Jesús, de orar como Él hacía. El Padrenuestro es la escuela de oración que el Evangelio nos ofrece. No es un rezo sino una actitud de corazón que nos hace situarnos en las manos de Dios abandonándonos en su confianza y comprometiéndonos con Él en el trabajo por el Reino en nuestros ambientes. Dios es Abaa, todo cuidado y misericordia. Experimentarlo de este modo nos hace conscientes que no somos hijos e hijas únicas, sino que la experiencia de filiación va unida a la de la fraternidad y por eso sólo podemos dirigirnos a Él como nuestro. Santificar su nombre es por tanto hacer su voluntad, comprometiéndonos con Él en el trabajo por el reino para que el pan de la vida llegue a todos y todas sin exclusión y la reconciliación se instaure en cada corazón humano y en toda la creación.