Mateo inicia su Evangelio con la genealogía de Jesús, reconociéndole como hijo de David y por tanto como respuesta de Dios a las expectativas del pueblo y como hijo de Abrahán. Es decir, como fuente de bendición para la humanidad entera. 14 generaciones preceden a Jesús en tres periodos de tiempo: de Abraham hasta David, de David hasta la deportación a Babilonia, y de ésta hasta su nacimiento. La simbólica de los números resulta fundamental en el texto pues tres es el número de la divinidad, catorce, es el doble de 7 y 7 es el número de la perfección. De este modo se significa que el nacimiento de Cristo, representa la plenitud de los tiempos. Por otro lado, llama la atención que aparezcan mujeres en la genealogía de Jesús, pues en las sociedades patriarcales están eran invisibles. Junto a María, aparecen Tamar, Rajab, Ruth y la mujer de Urías, todas ellas de origen extranjero, desacreditadas socialmente y que concibieron a sus hijos fuera de los patrones establecidos. A través de ellas se realiza la Promesa de Dios. Así desde el inicio de este Evangelio Jesús se nos presenta como la misericordia entrañable de Dios, que es Amor y liberación, se encarna en el revés de la historia atravesando las condiciones más inhóspitas.