Jesús denuncia la doble moral y la incoherencia, de quienes interpretan las tradiciones religiosas para oprimir y manipular a las personas en su propio beneficio e imagen. Denuncia los discursos y las prácticas vacías de quienes en nombre de Dios dicen y no hacen. La autoridad de Jesús es de otro tipo. Es servicio humilde y kenótico. Se sitúa en el lugar de los últimos para que no haya más últimos, denunciando de este modo toda forma de poder-dominación y urgiéndonos como comunidades cristianas a hacer lo mismo. En un mundo quebrado por las dinámicas del poder–dominación y la competencia salvaje ¿qué conversiones profundas pide de nosotros y nosotras este Evangelio?.