Comentario al Evangelio.19 de Enero (Jn 1,29-34)
Un mesianismo entrañable
El mesianismo de Jesús no es sacrificial como el de Juan Bautista sino un mesianismo entrañable. Jesús es la máxima recepción de la ternura y la compasión de Dios. Por eso su modo de afrontar la violencia, la injusticia, la experiencia del mal y el pecado pasa por la bondad del corazón y la oferta de la conversión y la reconciliación desde los últimos.
Su mesianismo es también un mesianismo descalzo, desde la sencillez de vida la vulnerabilidad asumida y compartida y el espíritu de la no violencia, por eso Juan le reconoce como “el cordero de Dios que quita el pecado de mundo“. Por eso Jesús es también signo de contradicción y su misericordia “escandaliza” a quienes han encerrado a Dios en una moral preceptual, olvidando que su entraña no es otra que la del amor y la justicia.