(Mc 3, 31-35)
¿Quiénes son mi
padre, mi madre y mis hermanos?
La libertad de Jesús y la radicalidad de su mensaje afectan también a la concepción de la familia. Los vínculos de la sangre son poderosos, pero por encima de ellos está la universalidad de la fraternidad y la centralidad del Evangelio y su envío. La Buena Noticia va más allá de los intereses de la propia a familia o el clan. La escucha compartida y comprometida de la Palabra de Dios en la historia es partera de vínculos y relaciones nuevas que amplían el sentido de la fraternidad y la maternidad humana resinificándolas.
¿Quiénes soy para nosotros nuestra madre y nuestros hermanos y hermanas? ¿Cómo testificar hoy en nuestros ambientes con hechos y palabras la universalidad de los vínculos del amor cristiano, más allá de la raza, el género, la religión, la situación socioeconómica o el lugar donde se ha nacido? ¿A qué nos reta?