Comentario al Evangelio.31 Enero
Mc 4,26-34
La fecundidad de lo que no se ve
Vivimos en la
cultura de la apariencia y de la
postverdad. Lo que no sale en los medios de comunicación de masas no existe y
la realidad se inventa o se deforma en base a su visibilidad mediática. Pero lo
esencial empieza siempre de forma casi impercetible. Lo nuevo siempre nace pequeño y en
vulnerabilidad. Tiene forma de semilla. De ella toma su simplicidad y también
su potencia misteriosa, porque en la semilla ya está la flor. El Evangelio es experto en semillas más que
en grandes plantaciones.
Por eso la Buena Noticia irrumpe y se revela con una
fuerza misteriosa en el mundo de lo invisible, en las realidades que el sistema
decide declarar sobrante, inútil, descartable. La Buena Noticia se dice en
pequeños gestos que desde abajo y desde
dentro tienen el poder de ir
trasformando la vida y el corazón humano.
Por eso el Evangelio nos desafía también a ser expertos y expertas en procesos y a superar la mentalidad microondas que se nos impone. Pero guarda también otro misterio: la de ser puro
don, gratuidad y confianza. Porque aunque pide de nosotros y nosotras cuidado,
trabajo, vigilancia, etc, su crecimiento no depende de nuestras fuerzas y
esfuerzos, sino de un Amor mayor que nos supera y trasciende y que es el velador de toda vida, el cuidador
invisible de toda la potencia misteriosa que ocultan las semillas.