El Evangelio es una propuesta profética que antepone el amor y la fraternidad humana a ningún otro tipo de interés. Por eso conlleva una dimensión conflictiva y tensional que siempre es difícil de encarar. Como le sucedió al propio Jesús la fidelidad al Evangelio y las exigencias que plantea conduce muchas a veces a la soledad, la incomprensión, la crítica y el rechazo. Pero en esas noches oscuras el aliento de Dios, que es fuente de todo Amor y Fortaleza, nos sostiene incondicionalmente, aun cuando nosotros y nosotras lleguemos a dudar de ello. Por eso la última palabra sobre la vida no la tiene el sufrimiento, sino la esperanza y el consuelo.