El Evangelio somete a crisis los esquemas exitosos de los seguidores y seguidoras de Jesús. Por eso muchos le abandonan y se resisten a su anuncio. Pero no por ello descafeína el mensaje. Actúa desde una libertad radical que le otorga la experiencia de saberse amado y sostenido por Dios para llevar a cabo su proyecto, aunque ello conlleve abandonos y pérdidas.
Jesús pregunta también a sus más íntimos por su incondicionalidad y es Pedro quien le contesta: ¿Adónde iremos?, sólo tú tienes palabras de vida eterna. Aun con dudas y resistencias en él puede mucho más la seducción por Jesús y el reino, que sus propias inseguridades y miedos.
En nuestra propia historia también podemos reconocer estas crisis, que a menudo son oportunidades para el crecimiento y la maduración de nuestra fe, desnudándola de falsas seguridades. Cuando de verdad se ha experimentado el encuentro liberador con Jesús y su mensaje difícilmente otras palabras u ofertas de sentido pueden colmarnos.