Jesús es la compasión de Dios en acción. Por eso ante el hambre de pan y de sentido de una multitud hambrienta queda conmovido y responde con misericordia. Pero lo hace contando con la gente, no supliéndoles, sino implicándoles desde la dinámica del intercambio de dones y la circularidad de bienes. Es entonces cuando acontece el milagro de la multiplicación.
La lógica del Evangelio no es mercantilista sino del don y la gratuidad. El bien común ha de construirse y cuidarse entre todos y todas, desde la diversidad de dones y ministerios. Por eso desde esta lógica lo que no se da se pierde. Frente a la lógica del guardar, o el atesorar el evangelio, Jesús propone la lógica del compartir y la desmesura para que haya para todos y todas en abundancia.