Un encuentro en la frontera (Mc 7,24-30)
Las fronteras son una realidad que Jesús de Nazaret transita no para legitimarlas, sino para convertirla en lugares de reconciliación y encuentro. Así le sucedió en la región de Tiro con la mujer sirofenicia. El modo de que tiene esta mujer de acercarse a Jesús le descoloca por la transgresión que supone. La mujer actúa de un modo que desde el esquema religioso-cultural-androcéntrico judío es inadmisible y que le lleva a Jesús a creer y afirmar: “No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel”. Podríamos decir que en un primer momento Jesús no entiende la pretensión de esta mujer por eso la contesta tan duramente. Sin embargo, más allá de esta primera reacción espontánea, la realidad concreta de esta mujer le amplía su visión de la realidad. Su fuerza argumentativa, con toda su dignidad y también su sufrimiento y su modo de encararlo somete a crisis los marcos de comprensión de Jesús, y le cambia sus esquemas. Este texto representa la fisura con el exclusivismo de Israel. De ahí que todos los textos que siguen a continuación van a resaltar el nuevo orden instaurado por Jesús, que rompe con toda frontera y elitismo.