El Evangelio es la Buena Noticia del amor. El Amor con mayúsculas se encarna y se hace prójimo, condición humana. Por eso el mandamiento del amor pasa también por el amor a uno mismo, amar el don que cada uno de nosotros y nosotras somos para la vida. El amor a Dios no es abstracto sino que pasa por hacerse histórico, concreto, en al amor a quienes nos rodean y en el amor a nuestra propia vida porque la gloria de Dios es que los hombres y las mujeres vivamos y lo hagamos en plenitud. El cristianismo no es una religión sacrificial, sino la religión del amor y ello conlleva consecuencias. El sacramento del encuentro y la projimidad es el único sacrificio que el Dios de Jesús reconoce.