Frente a la resistencia de los hombres de la ley a acoger la novedad del Evangelio Jesús fundamenta su autoridad no en los testigos que lo han precedido, como era la tradición, sino en su identificación e intimidad con el Abaa y su proyecto de solidaridad amorosa. El testimonio que acredita a Jesús es el mismo Dios y lo hace a través de dos formas: mediante las obras que realiza por medio de su Hijo y por la experiencia de su propia persona. Jesús es la Palabra plena de Dios en sus gestos, en sus hechos, en su mensaje. Jesús es la gramática de Dios, su lenguaje. Por eso acoger y escuchar la Palabra de Dios encarnada en la historia es la vía de acceso al Dios cristiano. Por eso el cristianismo no es gnosis, ni doctrina, sino ejercicio de la vida de Jesús, seguimiento en el aquí y el ahora. ¿Cómo rescatar esta experiencia en nuestras comunidades cristianas?.