miércoles, 25 de marzo de 2020

Comentario al Evangelio.25 de marzo

 Alégrate, llena de gracia (Lc 1,26-38) 


Las Promesas de Dios se cumplen en la historia pero para ello nos pide que le echemos una mano. Dios no violenta ni invade, sino que pide permiso. Respeta profundamente la libertad humana. Necesita la acogida de María para encarnarse como necesita de nuestra disponibilidad y servicio para actualizar su misericordia en nuestros ambientes. La perplejidad de María no es un impedimento para hacer hueco en su cuerpo a la Palabra. En ella puede más la confianza que el miedo y las preguntas sin respuestas. Se abre a la incondicionalidad y la alegría de la Promesa que la sostiene y que la lleva a abrirse al vértigo de un horizonte inédito y conflictivo en su vida y en su ambiente. La fe es riesgo, no una doctrina desde la que protegernos de nuestros miedos y acomodamientos. Dios también pide hoy nuestra complicidad para seguir engendrando el verbo en nuestro mundo. Con la fuerza y la alegría de su Espíritu ¿Nos atrevemos a hacerlo abriéndonos a su confianza, más allá de nuestras perplejidades y desconciertos?