El relato de esta Aparición está lleno de elementos simbólicos desde el inicio hasta el fin: la pesca (misión), los siete (la comunidad), el numero ciento cincuenta y tres es (la totalidad), el pescado (Jesús), el pan (Eucaristía) y la expresión “tercera vez” que representa la plenitud. El Resucitado se hace ver en el corazón de la vida, en plena faena cotidiana. Su presencia es la que da sentido y fecundidad a la acción de los apóstoles. Sin ella todo es estéril. También nosotros y nosotras somos urgidas como iglesia a echar las redes en su nombre, con la confianza puesta en Él y su Palabra. Si no lo hacemos de este modo, sino basándonos en nuestras propias fuerzas y recursos quedaremos agotados en el límite de nuestra propia suficiencia. El gesto eucarístico, es el alimento y fuerza de envío que nos fundamenta como comunidades cristianas e Iglesia.