El Espíritu, fuente de conocimiento y regeneración
( Jn 3, 5ª. 7b. 15)
Las transformaciones más profundas del ser humano no nacen del conocimiento de la ley o las tradiciones, como le sucede a Nicodemo, sino del conocimiento interno de Cristo y de su Espíritu. Lo que salva al ser humano de la desesperación o de las dinámicas de muerte en nuestro mundo no es la erudición, sino hacer experiencia interna del Amor. El Amor nos hace partícipes de la Resurrección porque quien ama vive para siempre. El testimonio cristiano es siempre un testimonio del Amor y no de saberes abstractos y desencarnados. Es también siempre un testimonio en plural pues brota de una comunidad de fe que lo proclama: “De lo que sabemos hablamos, de lo que hemos visto damos testimonio” (v 11).