En la cosmovisión contemporánea a Jesús la realidad se concebía dividida en tres planos: cielo, tierra y abismos. En el Evangelio de Juan Jesús es reconocido como El que viene de lo alto por su identificación plena con Dios. Jesús es su Palabra encarnada, su lenguaje. Por eso su testimonio es verdadero. El texto tiene profundas resonancias trinitarias: A Dios que es la fuente de todo amor sólo podemos acceder a través de la experiencia hecha historia y vida plenificada en Jesús de Nazaret. Esta experiencia de intimidad e identificación del Hijo con el ser y el hacer de Dios en el mundo es obra del Espíritu que se da sin medida en Él. Creer en Jesús nos hace participar de este misterio de comunión y filiación que nos compromete en el aquí y el ahora de nuestro mundo a ser también palabra y gesto veraz con la ayuda del Espíritu que quiere dársenos sin medida ¿Cómo ayudarnos como comunidades cristianas a ello?