El Dios todo misericordia que revela Jesús con sus obras y palabras es un escándalo y una amenaza para quienes hacen un Dios a medida de sus intereses o lo de su grupo. Por eso el círculo en torno a Jesús se va cerrando cada vez más y su vida va estando progresivamente amenazada. Su identificación con el Padre y su proyecto de solidaridad amorosa desde abajo, hasta el punto de proclamar “El Padre está en mí y yo en Él” le convierten en blasfemo ante la mirada juzgadora de los representantes del Templo. La Buena Nueva que inaugura Jesús es que no hay más templo que su cuerpo. El culto cristiano se realiza el ejercicio del mandamiento del Amor y la vivencia de las Bienaventuranzas y su templo la encarnación de Dios en la projmidad humana y en toda la creación.