Al igual que nosotros y nosotras hoy los seguidores y seguidoras de Jesús no eran perfectos sino que estaban llenos de debilidades humanas y miedos. Judas no pudo entender el mesianismo kenótico de Jesús. El fracaso de sus expectativas sobre el proyecto de Jesús y la codicia le llevaron a traicionarlo entrando en complicidad con el poder para entregarlo. Tampoco Judas captó el mensaje de su misericordia y por eso el peso de la culpa le hizo insostenible la vida y murió como consecuencia de su propia desesperación. Pero también Pedro falló a Jesús. Ambos personaje nos recuerdan que ser cristianos y cristianas no es cuestión de buenas intenciones, sino que sobre todo tiene que ver con nuestras actitudes en la vida cotidiana, en las relaciones con los demás y en nuestras acciones. Son en ellas donde nos jugamos la fidelidad a Jesús y su Evangelio. Por eso como comunidades cristianas hemos de ayudarnos a ser conscientes de nuestras infidelidades cotidianas al Evangelio, para no pactar con ellas abriéndonos a la misericordia y la compasión de Dios. Porque el Dios de Jesús, más que nuestra perfección lo que desea es la adhesión de nuestro corazón, aunque nuestro caminar sea siempre vacilante y contradictorio, y nuestra vida un permanente caernos y volvernos a levantar.
Una red de mujeres que nos sentimos convocadas por la vivencia de la espiritualidad ignaciana pensada y vivida con perspectiva de género y a la luz de nuevos paradigmas teológicos.
lunes, 6 de abril de 2020
Comentario al Evangelio.Martes santo.7 de abril
Infidelidades y traiciones (Jn 13, 21- 33. 36-38)
Al igual que nosotros y nosotras hoy los seguidores y seguidoras de Jesús no eran perfectos sino que estaban llenos de debilidades humanas y miedos. Judas no pudo entender el mesianismo kenótico de Jesús. El fracaso de sus expectativas sobre el proyecto de Jesús y la codicia le llevaron a traicionarlo entrando en complicidad con el poder para entregarlo. Tampoco Judas captó el mensaje de su misericordia y por eso el peso de la culpa le hizo insostenible la vida y murió como consecuencia de su propia desesperación. Pero también Pedro falló a Jesús. Ambos personaje nos recuerdan que ser cristianos y cristianas no es cuestión de buenas intenciones, sino que sobre todo tiene que ver con nuestras actitudes en la vida cotidiana, en las relaciones con los demás y en nuestras acciones. Son en ellas donde nos jugamos la fidelidad a Jesús y su Evangelio. Por eso como comunidades cristianas hemos de ayudarnos a ser conscientes de nuestras infidelidades cotidianas al Evangelio, para no pactar con ellas abriéndonos a la misericordia y la compasión de Dios. Porque el Dios de Jesús, más que nuestra perfección lo que desea es la adhesión de nuestro corazón, aunque nuestro caminar sea siempre vacilante y contradictorio, y nuestra vida un permanente caernos y volvernos a levantar.
Al igual que nosotros y nosotras hoy los seguidores y seguidoras de Jesús no eran perfectos sino que estaban llenos de debilidades humanas y miedos. Judas no pudo entender el mesianismo kenótico de Jesús. El fracaso de sus expectativas sobre el proyecto de Jesús y la codicia le llevaron a traicionarlo entrando en complicidad con el poder para entregarlo. Tampoco Judas captó el mensaje de su misericordia y por eso el peso de la culpa le hizo insostenible la vida y murió como consecuencia de su propia desesperación. Pero también Pedro falló a Jesús. Ambos personaje nos recuerdan que ser cristianos y cristianas no es cuestión de buenas intenciones, sino que sobre todo tiene que ver con nuestras actitudes en la vida cotidiana, en las relaciones con los demás y en nuestras acciones. Son en ellas donde nos jugamos la fidelidad a Jesús y su Evangelio. Por eso como comunidades cristianas hemos de ayudarnos a ser conscientes de nuestras infidelidades cotidianas al Evangelio, para no pactar con ellas abriéndonos a la misericordia y la compasión de Dios. Porque el Dios de Jesús, más que nuestra perfección lo que desea es la adhesión de nuestro corazón, aunque nuestro caminar sea siempre vacilante y contradictorio, y nuestra vida un permanente caernos y volvernos a levantar.