jueves, 9 de abril de 2020

Comentario al Evangelio.Viernes santo. 10 de Abril


La cruz máxima solidaridad de Dios con las víctimas 
(Jn 18, 1-19,42)



Celebrar la pasión de Cristo es tomar conciencia que Jesús no murió, sino que a Jesús le arrancaron de la tierra de los vivos (Is 53,8). Su muerte, como la de tantas personas hoy en nuestro mundo no fue “accidental”, sino que son “crónicas de una muerte anunciada“. La imagen del Siervo de Yahveh despreciado y evitado por los hombres, desestimado, maltratado, juzgado injustamente se reproduce cotidianamente en nuestros ambientes. En nombre de Jesús se nos pide posicionarnos ante ellos con las entrañas compasivas y solidarias del Dios que es Padre y Madre de todos.

 En la cruz, Dios nos muestra la densidad más honda de su misterio. Un Dios que no sólo está a favor de las víctimas, sino a merced de sus verdugos.En ella expresa su máxima solidaridad y cercanía con las víctimas generando una esperanza que no está reñida con la oscuridad y las preguntas sin respuesta, una esperanza que no pasa por encima del desgarro humano. 
En la Cruz Dios sostiene a su Hijo y a toda la humanidad sufriente desde dentro de su corazón dolorido y despojado, ayudando a resistir y a encarar el sufrimiento, capacitando para que ni siquiera el propio dolor y abandono se conviertan en medida del mundo, sino que sea pro-existencia, entrega y donación amorosa hasta el fin, para que no haya más cruces.