Una dificultad para captar las huellas del Resucitado en la vida, como le pasó a María Magdalena es la nostalgia: buscar en un pasado irrepetible la respuesta al presente. La nostalgia nos lleva a fijarnos y aferrarnos en lo que ya ha quedado atrás, a anclarnos en el “cualquier tiempo pasado fue mejor “. Nos impide afrontar el presente y descubrir la novedad de Dios que acontece en el presente. El Resucitado toma también hoy el cuerpo de muchos hortelanos, personas y acontecimientos que nos salen al encuentro. Cristo vivo nos cita siempre en la entraña de la vida y en comunidad.
Como a María Magdalena, nos urge a adentrarnos en la espiritualidad del soltar, vivir “soltando”, seguridades, miedos, acomodos, etc. Sólo “soltando” podemos abrirnos al futuro. Si no lo hacemos nuestra vida, nuestras comunidades se quedarán nostálgicas y llorosas y nuestra fe y nuestro compromiso quedarán reducidos a ideología o a tópicos o frases hechas.
Adentrarnos en este “suéltame” de Magdalena es atrevernos a hacernos una pregunta, que siempre resulta tremendamente incómoda: ¿Qué es lo que el Señor nos está pidiendo que abandonemos, dejemos, soltemos, para poder reconocerle como El Viviente, hoy, aquí y ahora?. ¿A qué novedad nos inspira hoy su Espíritu?.¿A que nos envía?.